La españolidad
de la bebida más famosa del mundo
¿Qué es más
estadounidense que la Coca-Cola? ¡Absolutamente nada! Si existe un producto
comercial en el mundo que identifique a un país y podríamos decir a una cultura
moderna, ese es el binomio “Estados Unidos/Coca-Cola”, de práctica equivalencia
popular.
Pero nuevamente la
historia no es como nos la han presentado y logrado hacer creer o al menos
asumir, sino que los estadounidenses volvieron a hacer lo que mejor saben,
quedarse con lo ajeno, y nosotros también lo que mejor hacemos, el inocente y
el ridículo.
A este fin aplicaron
con velocidad extrema de ley 7 de “Las 48 leyes del poder” de Robert Greene:
LEY 7: CONSEGUIR QUE
OTROS HAGAN EL TRABAJO Y LLEVARSE EL MÉRITO
“Hay que utilizar la sabiduría, el conocimiento y el trabajo
de los demás en beneficio propio. Este apoyo no solo ahorra tiempo y energía,
sino que produce un aura divina de eficacia y rapidez. Al final los ayudantes
quedarán en el olvido y nosotros seremos recordados. Nunca debemos hacer nada
que puedan hacer los demás por nosotros”.
Lo anterior ahorra todo
comentario y pasemos ya el relato de los hechos.
Corría el año 1880 en Aielo de Malferit, Valencia,
donde tres empresarios, Bautista Aparici, Ricardo
Sanz y Enrique Ortiz fundaron la fábrica que dio origen y base a la Coca-Cola.
Fabricaron varios tipos
de bebidas con las que se presentaron a ferias internacionales logrando sonados
éxitos entre los que se pueden señalar más de 20 medallas de oro y diez diplomas
honoríficos en Milán 1881, Chicago 1883, Filadelfia 1885, Londres 1889 y París
1900.
Bautista Aparici acudió, como gerente/representante de ventas de la
empresa, a la feria de Filadelfia de 1885, llevando entre sus pertenencias
varias botellas de uno de las bebidas presentadas que había sido creada por los
tres empresarios españoles con hojas del arbusto de coca del Perú y cafeína del
árbol de cola africana y ganaron el premio a la mejor invención.
Esta bebida se
comercializó con el nombre de “Kola-Coca”. Pero por
desgracia la forma de ser española afloró, como no podía ser de otro modo, y en
esa feria de Filadelfia de 1885 Aparici entregó a un
“amigo” estadounidense (se cree que podía tratarse del propio Pemberton, futuro “inventor”) varias botellas de muestra y
una descripción del producto, con lo que no había pasado un año sin que el
“amigo americano” nos saliese con el “invento” de la nueva bebida, achacando
tal “descubrimiento”, en 1886, a un farmacéutico, John Pemberton.
Rápidamente se patentó y comenzó la historia de la cola americana.
¿Alguien puede calcular
sin reírse la probabilidad de que con tales antecedentes el invento haya sido
independiente? Nadie en el mundo se atrevería a sostener tal barbaridad, por lo
que la opción americana ha sido obviar el antecedente de Filadelfia, eliminando
de golpe la prueba irrebatible contra la que no existen argumentos plausibles.
En realidad es una
historia típicamente española enfrentada a otra cultura mucho más astuta y cuya
máxima prioritaria es el pillaje; Aparici, como buen
español, regaló gratuitamente toda la información, producto incluído,
a un pérfido anglosajón, que dándole palmaditas en la espalda, le decía lo
“inteligente” que era mientras cantaba como un canario. Visto de otro modo, bravuconería
enfrentada a perfidia, con el resultado esperado.
Es de admirar la
audacia de la cultura anglosajona, ni se molestan prácticamente en cambiar el
nombre del producto, modifican una letra, cambian el orden y todo arreglado, de
“Kola-Coca” a “Coca-Cola” con todo el descaro.
Para ello y
consustancial con su cultura, aplican la ley 28:
LEY 28: ENTRAR
EN ACCIÓN CON AUDACIA
“Si no tenemos claro qué camino seguir para llevar a cabo una
acción, es mejor no intentarlo. Las dudas y la vacilación la estropearán. La
timidez es peligrosa: es mejor entrar con audacia. Cualquier equivocación
que se cometa por audacia puede resolverse fácilmente con más audacia. Todos
admiran al audaz; nadie honra al tímido”.
Dicho y hecho.
También muy nuestro es
dejar las cosas importantes para el final, procrastinación
pura y dura, ya que nuestros tres empresarios e inventores no tuvieron la
ocurrencia de patentarlo en España hasta 1903.
No es demasiado
conocido que durante el Régimen, en la década de los 40 y parte de los 50, la
Coca-Cola americana dejó de venderse en España, pues fue observado por el
gobierno el enorme parecido con la “Cola-Koca”
española, y la patente española protegía a ésta.
Pero vinieron los
acuerdos hispano-americanos de 1953 y la invasión cultural y de todo tipo de
USA sobre España; por supuesto en ese mismo año lo primero que hicieron los
gerentes de Coca-Cola fue venir rápidamente a España, ir a Aielo
de Malferit y comprar la patente y los derechos sobre
la bebida, que la fábrica española les vendió por 30.000 pesetas, algunos dicen
que pueden ser hasta 50.000, pero ya se han destruido los documentos de esa
fecha y la cantidad es cercana a las señaladas, o sea, de miseria en cualquier
tiempo que consideremos, dada la importancia del acuerdo.
A partir de ese momento
volvió la Coca-Cola a España, mientras que a la fábrica española solo se la
permitió vender una bebida que contuviese alcohol para diferenciarla de
Coca-Cola, lo que tuvo que hacer ya que había vendido los derechos por un plato
de lentejas. No está mal el negocio para una bebida de la que el “amigo
americano” vende en el mundo más de 1.900 millones de latas y botellas al día.
La empresa original
española languidece en Aielo, con solo cuatro trabajadores
y sin previsible futuro a muy corto plazo.
O el español cambia de
mentalidad, haciéndola más realista y pragmática aunque sin cambiar su esencia,
o dentro de muy poco se apoderarán de toda nuestra cultura asumiéndola en lo
positivo como propia, haciéndonos desaparecer de la historia. Estamos a tiempo
de corregir el rumbo.
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