Artículo
satírico en polémica con el problemista
portugués Eduardo Valente sobre los "posibles"(??) mensajes o
arcanos matemáticos ocultos en el tablero.
Publicado en
portugués en la “Enciclopedia Damista”
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He
esperado un tiempo para hacer público un descubrimiento que de seguro va
a cambiar la forma de pensar en las Damas e incluso en la propia esencia del
juego.
Yo
mismo me negaba a creer lo que ahora es evidente para mí pero la fuerza
de los extraordinarios hechos ocurridos me lleva a creer lo que me
parecía increíble: el juego de Damas en su misma esencia puede
ser más que un juego y su estructura final está desarrollada
conforme a leyes y reglas que a los humanos se nos escapan, pero quien las
trazó lo hizo siguiendo estrictos principios matemáticos de
profunda significación y de los que solo podemos entrever
pequeños retazos.
Es
por ello que estaré siempre en deuda con quien primero me lo
mostró (desde ahora “El Maestro”) y con su gran
intuición, la cual queda demostrada una vez más en los hechos que
siguen.
Recientemente
han aparecido en la biblioteca del Real Monasterio de El Escorial de Madrid
algunos códices, incunables y otros viejos libros de finales del siglo
XV y principios del XVI que desde el primer momento han intrigado a los
expertos y están estudiándose con gran entusiasmo.
Uno
de estos antiguos documentos ha llamado especialmente la atención de un
experto en la época medieval y amigo mío que los está
sometiendo a estudio, pues en ellos parece que se reflejan cuestiones sobre el
juego de Damas, acompañados de ciertas estructuras geométricas y
sonetos con sentido casi religioso. Este amigo, recordando mi afición
por tales temas me llamó y juntos hemos seguido estudiando los documentos.
En
efecto, un incunable datado posiblemente entre 1495-1500 contenía varias
referencias al juego de Damas que desde el principio me sorprendieron; eran
tres (3) páginas, que en caso de haber estado numeradas como en la
actualidad corresponderían a la 6,7 y 8 del libro.
Este
dato no llamó mi atención en el primer momento, pero ahora veo
gran significado en él, como posteriormente mostraré. Sí
observé que 6+7+8=21=7x3, cuya descomposición en números
primos resulta ser nuevamente la referencia al factor “
Tres (3) dibujos del damero clásico, uno de ellos con
la numeración del juego, otro con tres (3) damas blancas dibujadas en
las 3 primeras casas y donde se observaba dibujada una “estrella” compuesta por
cuatro triángulos isósceles. El tercer tablero contenía lo
que parecía ser un problema.
Además dibujados en las tres páginas
aparecían algunos triángulos rectángulos, lo que
añadía otro misterio para mí.
(1) (2)
Como se puede suponer, todo esto me intrigó
pero aún más lo hicieron los sonetos al pie de los tableros:
“En
estas tablas se encuentra la esencia de todo, el todo es trinitario y oculto al
hombre, excepto para los más notables entre ellos que lo podrán
entrever y cuyo mayor adalid
aquí se anuncia”.
Quedé
perplejo; sin duda la “tabla” era el damero, lo
“trinitario” se podía referir a la Trinidad cristiana o solo
al número 3, que parecía sugerirse también por los
triángulos (3 lados, 3 ángulos) y el resto de los indicios, pero no comprendía como
todo esto podía anunciar a él o los maestros que nos lo
desvelarían.
Durante
varios días apenas pude dormir hasta que pensando en los dibujos
triangulares encontré la primera pista: la sucesión de los cuatro
triángulos isósceles girando 90º cada unos respecto al
anterior en uno de los tableros. Esto me llevo a pensar en la posición
clave de la forzosa ya que además el dibujo (1)
parecía sugerirla ¿y si
los triángulos representan las damas en (10,11,22), (18,15,23),
(11,22,23) y (10,15,18) propias del triangulo mortal de la forzosa?
Era
una idea ¿pero como se une con el resto? De principio me intrigó
la situación de las damas en (1), pues las casillas 1,2 y 3 coordinaban de
forma total con el resto de la información del incunable, incluso casi
de forma cabalística ya que además la suma y el producto de estos
tres números es 6, número sabido perfecto desde la
antigüedad. Es más, el número 6 es el primer perfecto entre
todos los números y además es triangular (¡otra vez el
factor 3!), o sea suma de enteros consecutivos.
Pero
además posee otra propiedad respecto al factor “
Nuevamente
el factor “
Entonces
una idea cruzó como un relámpago por mi cabeza, corrí
hacia mi amigo y le dije: “creo que los antiguos nos quieren comunicar la
esencia geométrico-numérica del juego y su posible
relación con otros misterios, empezando por cuestiones básicas como los finales”.
Dicho
esto una lluvia de ideas pasaron por mi mente, pero ya veía las cosas
más claras. La primera información (la rotación
“triangular”) nos decía como situar las damas en los
vértices de los triángulos para realizar la forzosa. De hecho
vuelve a ser notable el que se precisen 3 damas para poder ganar el final
más importante y básico del juego, precisamente en un damero con
8 (23) casillas de lado, ya que en otros dameros esto deja de ser
así, precisando 4 damas en todos de orden superior; ya no me
cabía duda de que el factor 3 es crucial en el damero clásico.
Es
más, por primera vez empezaba a vislumbrarse el porqué son 12 los
movimientos necesarios para ganar la forzosa y 12 los peones iniciales por
bando, pues la suma de sus cifras también nos remite al factor 3
(1+2=3). ¡Incluso en el juego la equivalencia lógica entre dama y
peón es 3! (1 dama=3 peones)
Empezaba a estar claro el
porqué este damero, plagado de propiedades matemáticas, y no otro
había sido elegido para la creación del juego.
Ahora pasaría a los
finales de 3 damas (d.p.) contra dama y peón,
pero solo en laterales, ya que los demás se podían reducir a
estos por ataques o captura. Otra vez surgió la duda ¿cómo
relacionar los triángulos con todo esto? En primer lugar pensé en el
único de estos finales que no se puede ganar, con peón negro en 8
y no tardé en darme cuenta de una circunstancia: este final es el
único en que no se puede formar un triangulo rectángulo con dicho
peón y las damas blancas, ocupando además una de ellas la
diagonal principal e impidiendo el avance sin captura del peón. Los
rectángulos dibujados en el incunable son sin duda una referencia a esta
propiedad.
¿Seria
esto posible? En efecto, si peón en 9 entonces (1,9,17,18), si en 17
(9,10,17,25), si 25 (9,10,17,25), si 29 (14,22,29,30), si 30 (23,29,30,31), si
31 (22,30,31,32), si 32 (15,23,31,32), si 24 (15,16,24,32) y si 16
(8,16,23,24), como se muestra para dos de los casos en el siguiente tablero:
(3)
Todos estos triángulos además
se pueden considerar base mortal de estos finales, pues en cualquier lugar la
dama contraria se encuentra en red de captura.
¿Pero
que sucede con la casilla 8? En efecto, si formamos la configuración
(8,14,15,16) no impide el avance del peón sin captura y si formamos
(7,8,16,24) además no tenemos la diagonal principal. Por tanto la
intuición se confirma y ahora sabemos que la imposibilidad de ganar este
final proviene realmente de estructuras geométricas del tablero y
más concretamente triangulares.
Parece
una excepción el caso de peón en 29, pues puede mover a 25, pero
tal caso se resuelve como trivial, ya que deviene en otro ya resuelto bajo las
condiciones pedidas.
Las
propiedades geométricas del juego ya parecen fuera de toda duda, pero
además están indisolublemente ligadas a las propiedades
numéricas. Resulta que esta casilla sin solución es la
única entre todas las consideradas como base del peón negro cuyo
número es un cubo perfecto (8=23), lo que reincide en lo
trinitario señalado ya en los sonetos, así como en las figuras
geométricas y propiedades numéricas ya consideradas.
Después
consideré el final de 3 damas contra dama y dos peones. Ahora se hace
trivial tal estudio si uno de los peones está en 8, pues ya se descarta
por el anterior final y se iguala, ¿pero que sucede con los demás
casos? Solo después de muchos estudios durante siglos hemos llegado a
saber que todos se pueden ganar excepto si los peones se encuentran en 9 y 17,
pero ¿los antiguos ya lo sabían y podríamos haberlo
deducido fácilmente de haber conocido la verdadera estructura
matemática del juego?
En
efecto es así y el anterior final igualado nos indica cual será
el final superior también igualado. El primer indicio es la misma
factorización del número 8=23, (2 y
3…¡otra vez los mismos que deducimos de 6=2x3, entre otros!) ¿qué
sucede si invertimos las cifras de la potencia? ¿su manifiesta
importancia puede proporcionarnos más información? Tenemos
entonces 32=9 que es la primera casilla del único final no
ganador contra dos peones, pero lo increíble es que la segunda casilla de
dicho final ¡es la única que hace posible que la diferencia entre
la mayor y la menor sea una potencia cúbica! ¡y además
igual a la casilla no ganadora del anterior final! (17-9=8=23)
En
efecto, si el segundo peón se encuentra en 25, entonces 25-9=16 que no
es cubo, al igual que las siguientes diferencias con los sucesivos peones a
considerar (20,21,22,23,15,7). Por
tanto, solo aplicando la numerología del tablero podríamos haber
sabido el resultado de estos estudios sin haberlos siquiera realizado ¡increíble
la esencia numérica del juego de Damas!
La
exactitud de esta regla es tan increíble que incluso si consideramos el
caso obvio de segundo peón en 8 y aplicamos la regla de la resta entre
casillas, tenemos: 9-8=1=13,
¡que sí es cubo y nos indica su imposibilidad de
resolución! Al día de
hoy todavía no salgo de mi asombro.
En
el momento actual me encuentro en la deducción numérica del
siguiente final (contra tres peones) lo cual representa un paso más en
la total deducción geométrico-numérica del juego.
De
hecho, ahora sabemos que todos los nuevos finales que tengan peones en 9 y 17
son triviales y no entrarán en el estudio, por tanto el siguiente a
considerar será con peones en 9 y 25. Si seguimos ahora la regla de
diferencias entre mayor y menores tenemos que 25-9=16. Situando dicho final
(9,16,25) y haciendo la diferencia total tenemos que 25-16-9=0, que resulta ser
la tercera potencia de sí mismo y por tanto las reglas ya vistas nos
dicen que no será posible ganarlo ¡lo que resulta verdadero! Igual
sucede si tenemos el peón en 8, pues 25-9-8=8, ¡que sabemos
número básico y tercera potencia!
Aturdido
por tales descubrimientos fijé la mirada, casi para descansar, sobre el
tablero del incunable en que se reflejaba al parecer un problema. En efecto,
resultaba ser un problema medianamente complejo pero curioso, que se resuelve
con la secuencia 1)7-12,16x7, 2)2-5,9x2, 3)14-19,23x5, 4)30x4 y el negro tiene
que entregarse. Ver siguiente tablero con el final de la combinación:
(4)
El
descubrimiento del problema era ya muy importante, pues asegura que antes del
año 1500 el concepto de problema ya estaba desarrollado, pero algo
aún más extraño se reflejaba en esa posición del
problema ya resuelto.
Sin
poder pensar en otra cosa empecé a escribir los números de las
casillas en que estaban situadas las piezas: 1,2,4,5,8,24. ¿qué
relación podían tener? Yo estaba seguro que tal relación
existía; la primera observación fue que el 24, número
mayor, era igual a 3x8, números claves en los secretos numéricos
del tablero, al igual que la suma de sus cifras, 2+4=6.
En primer lugar
apliqué la regla de las “diferencias mayor-menor”; en este
caso seria 24 menos el resto de los números cuya suma es 20 (1+2+4+5+8).
La
diferencia es 4 (24-20) y me percaté que este resultado dividía
exactamente a la suma de los menores ya que 5x4=20. Además ahora se
tiene la terna (5-4-24), que proviene de estas consideraciones e incide en las
propiedades “ternarias o trinitarias” del tablero y que
curiosamente tiene piezas en tales casillas del tablero. [Ver (4)]
En
verdad se pueden formar otras dos ternas(¡total de 3!) con (2-10-24) o
(1-20-24), pero se descartan
totalmente pues no proceden de consideraciones lógicas como las
señaladas para la terna escogida y además no cumplen otras
propiedades de esta, ya que a la vista del tablero final (4)
se observa que las descomposición
(2-10) o (20-1) no tienen ambas piezas en dicho tablero mientras que la (5-4)
si las posee.
Es
casi inquietante ver como incluso las tres ternas tienen relación
directa con el factor 3, pues sumando sus cifras tenemos (1-20)=1+2+0=3, (2-10)=2+1+0=3 y (5-4)=5+4=9=32.
Una
vez con (5-4-24), ¿cómo seguir? ¿que nos quieren indicar
los antiguos? Un estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando
después de horas de estudio observé lo siguiente:
Si
numeramos el alfabeto español, considerando de forma lógica la
letra “A” como ‘1’, “B”=’2’,
etc. tenemos:
A(1), B(2), C(3), D(4), E(5),
F(6), G(7), H(8), I(9), J(10), K(11),
L(12), LL(13), M(14), N(15), Ñ(16), O(17),
P(18), Q(19), R(20), S(21), T(22), U(23),
V(24), W(25), X(26), Y(27), Z(28).
En
ese momento hice la sustitución de la terna de números
encontrados (5-4-24) por sus letras respectivas y quedé estupefacto:
E D
V
5 4 24
¡Si!
¡Allí estaba el nombre del “Maestro” anunciado en los
antiguos sonetos! Ese era el hombre que nos desvelaría el misterio que
esconde el tablero y que nos obliga a cambiar radicalmente de pensamiento. Estaba
anunciado y los tiempos antiguos nos desvelan su nombre: Eduardo Valente
es el “Maestro” profetizado!
La
trama del destino es tan oculta y los misterios del tablero tan insondables que
nuestras mentes apenas son capaces de darse cuenta que todo esta previsto y
medido de forma perfecta. De inmediato me percaté que nombre y apellido
de el “Maestro” tienen siete letras cada uno, sumando por tanto 14.
Sustituí
todas las letras del nombre y apellido por sus equivalentes alfabéticos
e hice la suma, que resulta igual a 158, que no de forma casual
¡también sus cifras suman 14=1+5+8!
Pero
el misterio cúbico de los
antiguos está enraizado mucho más profundamente aún, pues
si sumamos estos dos resultados procedentes del “Maestro” tenemos
14+14=28, ¡que es el siguiente numero perfecto y triangular
después del 6!
No
contentos con tal profecía, los antiguos aún nos legaron otra
muestra más de su total dominio del tablero y del destino, encerrando
todo en su concepto cúbico del universo y prediciendo todo a partir de
él, pues…¡el número del “Maestro” es
igual a la suma de dos potencias cúbicas impares consecutivas! (28=13+33).
Ante
esta gran revelación, que ahora se hace evidente a mis sentidos, no
puedo nada más que decir que “El Maestro” será mi
guía a partir de ahora y que solo sus revelaciones y genial
intuición alumbrarán mi camino. Él me ha hecho ver la luz.
Anexos:
El problema
reflejado en tablero (2) es
original del damista cubano Manuel Soriano Felipe y
publicado en Enciclopedia Damista(ED) de septiembre
de 2003, con nº 5.204. Realmente se puede tomar cualquier tablero y sacar
las conclusiones que se deseen.
En
referencia a este problema y como respuesta al ensayo de ED con el movimiento
24-28, decir que se hacen tablas inmediatas con 1)24-28, 9-18, 2)14x21,15-11,
3)7x14, 27-31, 4)30x20, 31x25 o26, tablas.
Siguen
algunas definiciones de conceptos usados en el artículo:
Número primo: solo divisible de forma entera entre el
mismo y la unidad.
Primo de Mersenne: cumple (2p-1),
siendo “p” un primo. P.e: 7=23-1
Número perfecto: suma de sus divisores excluido el mismo. P.e: 6=1+2+3
Número triangular: suma de enteros consecutivos. P.e: 6 o 28=1+2+3+4+5+6+7.
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-Artículo publicado en
la Enciclopedia Damista portuguesa en su
número de Julio de 2004.
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José
Luis González Sanz
Todos los derechos reservados
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